lunes, 14 de julio de 2008

crecimiento

Y es que todo vale en la carrera por inventar mercancias nuevas, convertirlas en necesidad, para imprimirle velocidad al mundo y que gire al ritmo del lucro.Un ritmo que cuesta seguir, que hay que seguir. ¿hasta cuando hay que crecer? ¿hasta extinguirnos?

(de scum, un forero loco de las furgos)


Siempre pensé que el crecimiento era sinónimo de cosas buenas. Cuando eres crío, crecer es ser mayor, llegar a tocar el aro de la canasta del patio del cole, poder conducir un camión de bomberos.
Con quince años, crecer significa acompañar a una chica al portal de su casa, que te escriba notitas, soñar que tu mundo es único, tus problemas únicos, tu vida la más intensa y tu historia de amor la más bonita jamás vivida.
Después, crecer es desarrollarse, romper algunos de los límites que nos rodean, ser mejores mañana, aunque nunca seamos perfectos.
En algún perverso (contractura de pervertido) desvío, nos hicieron creer en un crecimiento que sólo genera ricos, pobres, cosas que no necesitamos y que nos frustran cuando no las tenemos.
Me llegó a inquietar mi falta de afán por acumular. Me miraban, y me miran, como a un bicho raro, como a un perdedor incapaz de superarse. Yo no quiero ser jefe, no quiero amasar dinero, no me perdonaría marcharme de aquí habiéndome dedicado a crecer con esos matices. No es real.
Y me he quedado con la definición que sigue ligando en alguna parte de mi cabeza crecimiento con persona.
Ese movimiento para el que hay que estar dispuesto, ser tenaz, siempre relativo, y saber que somos pequeños, que todos tenemos cosas de pequeño, y que ser grande supone saberlo, querernos y querer ser un pelín más grandes mañana. Pero más grandes que nosotros mismos, no del compadrito, pobre, que él ya tiene con lo suyo.
Son los pequeños los que dominan todo, pero no porque sean mejores, sino porque se han dedicado a vigilar, recortar, mutilar, insultar, explotar, a otros. La pequeñez es un peligroso complejo.
Y aún así, yo a lo mío, crecer, lo que me dejen, lo que pueda, sin descanso. Es jodido, porque nuestro esfuerzo sólo repercute en nosotros mismos, y los pequeños están a todo lo que hagan los demás... y hay tántos...
Pero tú crece, ¿vale? Quizá mañana el dinero no les sirva de nada, y aunque no lo reconozcan, sabrán que han metido la pata hasta el cuezo