jueves, 6 de octubre de 2011

Recuerdo

dicen que recordar viene del latín "volver a pasar por el corazón". Es justo lo que me pasó hace unos meses, cuando por el mío pasó, con una claridad que casi asustaba, un fragmento que creía (que quería) olvidado...

El cuarto de baño huele a tu crema. Está un poco roñoso, se nota que yo casi nunca paso un cepillo por el Sintasol. El ventanuco podría ser transparente, supongo, pero desvío la vista hacia tu cepillo, tus botes, la rana de peluche. En tu cuarto de destierro las sábanas revueltas, te has ido con prisa otra vez. Entro con sigilo, a sabiendas de que no estás, como a un santuario, un lugar prohibido para mí. Ayer revolví tus papeles, sospechaba cosas, no debí hacerlo; porque encontré esa nota. Hoy me viene la imagen del papelito amarillo, una punzada me atraviesa, es muy pronto para esto, salgo de nuevo sin hacer caso a la Lola, que no entiende nada. Has dejado el poso del café, frío ya, en el fondo del fregadero. Habrás cargado la bicicleta en el ascensor, como siempre, un poco torpe, un poco apresurada, y habrás salido como una bala al mundo; siempre con el aspecto de ir sobrada de fuerzas, escondidas las heridas con esa impecable sonrisa y el vestido verde. No creo que te vea hasta la noche, y muy posiblemente tampoco lo haga. Una ausencia palpable, un fantasma que se dedica a dejar su huella reciente por la casa, la mejor muestra de un ni contigo ni sin tí

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