sábado, 13 de septiembre de 2008

otoño



el área de wernicke se prepara para el otoño
estas noches ya se nota el fresco, y al sol del mediodía uno no coge postura en la hierba sin que los riñones se le quejen. Tiempo de renovar proyectos, vuelta al cole aunque haga mil años que no voy al cole.
Ya se pasean los ciervos inquietos; cualquier amanecer me despiertan berreando, qué se le va a hacer.
Se me habían ocurrido algunas palabras para escribir por aquí, pero quizá "otoño" sea la que mejor nos venga, no lo sé.
"Otoño se entiende perfectamente", me acaba de decir lola; y tiene razón... pero es que para mí tiene otros significados.
Otoño eran hojas de castaño de indias cubriendo el parque: tántas, que se podían patear y lanzar al aire escuchando sus crujidos, como en una enorme piscina sin fondo.
Otoño... estuche nuevo, pinturas Manley, y por las tardes un fluorescente encendido ya en la clase. La trenca ni puesta ni quitada, preferiblemente colgada de la capucha en la cabeza. Nuevos amigos el primer día de escuela, esos que eran viejos amigos el segundo día.
Otoño fueron bosques que se teñían de ocres y amarillos, la primera acampada con los del grupo, humedad, el aire en calma.
Otoño y el 23 de septiembre me recuerdan el primer reloj que regalé, que daba las horas, claro, y que tenía un solecito y una luna que salían por allá atrás.
Y bueno, olor a rastrojos y bodeguilla los domingos que, acurrucados en el asiento de atrás del Renault 6, nuestros padres nos llevaban al campo a comer la tortilla.

¿Lo entiendes ahora, loli?
"No. Tú eres muy viejo"
Yo a veces me pregunto qué será de las chatarras de aquel R6, o si el reloj de la luna por detrás aún funciona, y hasta qué estarán haciendo los viejos (ahora se lo llamo con un poco de razón) amigos que conocí un otoño al empezar cuarto o quinto.

"Vaya chapa, colega"
Sí, puede ser. Todo esto en realidad se me ha ocurrido porque ayer, sin motivo, como casi siempre, me dió por teclear el nombre de algunos compañeros del cole, y acabé dentro de una complicada red de sitios de internet del tipo antiguosalumnospuntocom. De ahí pasé a encontrar a 103 viejos amigos a los que no conozco de nada (¿es que todos los colegios se llaman como el mío? ¿que nadie acabó el colegio el mismo año que yo? Hay que joderse), al menos hoy. Dudo que mañana sean viejos amigos ya, pero mira, es casi otoño, esa estación que ya vuelve, y por lo que veo, con las mismas manías de siempre.
El parque se llena de hojas, no he comprado aún nada a Sofía (vale, de esto estoy exento ya), Cañandi suena a berrea, y acabo de pensar que mañana me compro una caja de Manleys.

P.D.: No os olvidéis de visitar antiguosalumnospuntocom, una web en la que cientos de viejos amigos NO se encuentran

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